¿Quién es María del Rosario García Barrigón y cómo nace tu participación en la obra: “En nuestras propias palabras”?
Nací, literalmente, en un pequeño pueblo de Sanabria, hija de ganaderos de pastoreo viví desde muy niña esta vida natural de pasear los prados y bosques junto a los animales y volví a ello tras un lapsus de 14 años de emigración en la gran ciudad. Soy ganadera de ovino extensivo, osea, pastora; elegí serlo. El gusto por la naturaleza y los animales me trajo de vuelta a esta vida que llena, a pesar de las críticas sociales y las trabas burocráticas. Son estas últimas dos cosas y no la dureza laboral las que me empujan, cada vez más fuerte, al abandono de este hermoso oficio; quizá más pronto que tarde.
Formar parte de Ganaderas en Red, un grupo de ganaderas de extensivo de toda España que trabajamos por la visibilización de la mujer y de nuestro oficio, y sobre todo, nos apoyamos las unas a las otras en nuestras vidas personales y laborales. Con el cariño y el apoyo incondicional de todas estas compañeras fue creciendo mi autoestima y el gusto por la escritura, y ahora escribo y publico poesía, cuentos y relatos que me llenan tanto como el pastoreo. Nunca llegaré a agradecerles lo suficiente este apoyo.
Así llegué a las páginas de este hermoso libro, representando a un colectivo de mujeres valiente que pueden con todo y que han sabido ganarse el respeto no solo de los hombres y compañeros, también la buscada visibilidad social de la mujer en la ganadería sostenible.
En tu aportación al libro hablas de igualdad de género y políticas públicas desde una perspectiva global y local. ¿Por qué este tema? ¿Qué te motivó a abordar la experiencia de las mujeres ganaderas y el machismo que sufren?
Nada cambia si no hay movimiento social, solo así la sociedad y las políticas cambian.
Las mujeres llevan en la ganadería desde que esta nació, allá por el Neolítico, hace más de diez mil años. La historia ha llevado a las pastoras, como mujeres que somos, por los caminos del patriarcado hasta la actualidad con las mismas coacciones que cualquier otra mujer en el seno de su hogar, pero en la industria las mujeres se emanciparon hace décadas, mientras en el rural, mucho más conservador y escaso de servicios, nos han mantenido invisibles hasta que llegaron las herramientas favorables para una visibilización global: internet y las redes sociales.
También, las nuevas generaciones femeninas rurales han tenido acceso a una educación universitaria, y desde esa experiencia y una migración relativamente corta, han traído nuevos aires al campo, junto a algunas neorurales apasionadas del pastoreo curtidas en sus derechos como mujer.
¿Cuáles son las principales barreras que enfrentan las mujeres ganaderas, y del mundo rural en general, y cómo las superan?
Las ganaderas somos triplemente marginadas: como mujer, como rural y como ganadera.
– Como mujeres es obvio que juntas vamos subiendo poco a poco los peldaños de la igualdad, aunque todavía hay mucho que recorrer.
– Como mujeres rurales, creo sinceramente que en las últimas dos décadas hemos retrocedido en derechos: básicos y sociales.
La pérdida de servicios básicos en el rural es innegable, la despoblación arrasa con este tipo de derechos. Ya solamente esto nos pone en inferioridad de condiciones para enfrentarnos al machismo. Cuanta más despoblación más pérdida de socialización, clave para los jóvenes y para enfrentar los miedos. A menos población menos presión política podemos ejercer.
– Como ganadera estamos sometidas a dos presiones enormes muy relaccionadas: la animalista, que gracias a la poca educación sobre el medio rural y la poca implicación de las mayorías urbanitas en el proceso productivo, consiguen presentar nuestra labor como oficio contra el que luchar; a pesar de todo el beneficio ecosocial de este tipo de ganadería, la de pastoreo, y la vegana, convertida su alimentación en corriente ética pretenden enfrentar al mundo a su prisma, con el consumo de productos animales,( hoy en día tiene más derechos una mascota que un rural) sin entrar jamás en que el consumo actual de vegetales es atroz con la fauna. Hasta tal punto llega, que estas corrientes eticoalimentarias han negado el feminismo de las ganaderas y las pastoras.
¿Cómo enfrentarse al acoso de tus propias congéneres? Con dolor, con tristeza, con impotencia, con silencio forzado ante su altísimo altavoz.
¿Cómo crees que el machismo afecta a las mujeres ganaderas y a su capacidad de desempeñarse en su trabajo?
El machismo ha permitido siempre egoístamente el trabajo ganadero femenino y la mujer siempre se ha desenvuelto bien con la ganadería, en muchas épocas y en muchos casos han trabajado más las mujeres que los hombres, pero la permisividad social ante las prerrogativas masculinas han invisibilizado esa labor durante milenios. Un claro ejemplo actual de la masculinización del sector es el enorme peso de los sacos de pienso 40Kg. y otros productos, poco adaptados a la fuerza física de una mujer; pero ingenio nos sobra.
¿Cuál es su mensaje para aquellas mujeres que enfrentan obstáculos similares y buscan avanzar en sus carreras como ganaderas, pastoras…?
No diré «luchar» porque me parece una palabra absolutamente masculina. Perseverar sería la correcta y es el único camino.
¿Cómo piensas que la sociedad puede abordar y superar el machismo en general y en el contexto de las mujeres ganaderas en particular?
Yo me inclino por la educación, sobre todo es clave la educación que se da en el seno familiar, para ello las mujeres tienen que tener muy claros sus derechos y sus obligaciones educativas para con la sociedad femenina.
Las leyes deben estar para corregir, contundentemente, los grandes pecados.