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Descubrimos a la escritora Ana Mas Hernández y su participación en la obra «En nuestras propias palabras»

¿Quién es Ana Mas Hernández y cómo nace tu participación en la obra: “En nuestras propias palabras”?

 Pues soy una mujer apasionada por el mundo del arte. Me licencié en Historia del Arte por la Universidad de Murcia y más tarde amplié mi formación con el Máster en Museografía por la Universidad Complutense de Madrid. Mi vida profesional se ha dividido entre la enseñanza, trabajos de documentación e inventario en diferentes museos municipales de Madrid y colaboraciones en montajes de exposiciones de arte contemporáneo.

Mi participación en la obra En nuestras propias palabras se debió a una petición personal de mi amiga Teresa Marín, catedrática de pedagogía y directora de la Facultad de Ciencias de la Educación de Cuenca, a la que recordaremos siempre ahora que ya no está con nosotros. La idea había surgido de un grupo feminista de esta ciudad que quería recoger en esta publicación diferentes experiencias de mujeres, tanto desde sus perspectivas profesionales como de sus propias vivencias del día a día. Diferentes miradas marcadas a menudo por las dificultades y obstáculos que en muchas ocasiones se han encontrado, simplemente por su condición de mujer. El resultado final ha sido una publicación valiente, actual y muy necesaria por las reflexiones tan variadas que aportan las autoras.

 

En tu aportación al libro, te centras en la poca representación de mujeres artistas que hay en el museo del Prado. ¿Por qué has escogido este tema en concreto?

 Me pareció interesante plantear este asunto ya que era la única colaboradora que iba a tratar un tema de arte y desde el punto de vista feminista, es este uno de los asuntos más conflictivos e ingratos: el olvido de tantas mujeres artistas que realizaron una trayectoria artística importante pero que después no han tenido la misma visibilidad que tuvieron los artistas varones. Y en este sentido, el Museo del Prado no es una excepción ya que, de una forma sistemática y desde su fundación, había ido limitando la obra femenina frente a la masculina, priorizando la de estos últimos y relegando a sus almacenes la de las mujeres artistas.

¿Y por qué el Prado y no otro museo? Esto que nos comentas, ¿ocurre también en la gran mayoría de museos importantes?

 Cuando se me hizo la propuesta para participar en esta obra, el Museo del Prado estaba preparando su segundo centenario fundacional con diferentes actos que tendrían lugar a lo largo del 2019 y me pareció que podía ser un buen referente para reflexionar sobre la producción artística de las mujeres.

En declaraciones de su director, Miguel Falomir, entendía las quejas que desde años anteriores se venían realizando a la Institución por parte de colectivos feministas y artistas.  Denunciaban la falta de representación de obras realizadas por mujeres y reclamaban que el museo las rescatara de los almacenes y se expusieran en sus salas. En ese momento, la Institución solo tenía colgadas 8 obras de tres artistas: Sofonisba Anguissola, Artemisia Gentileschi y Clara Peeters, mientras que en los almacenes permanecían ocultas obras de hasta 30 mujeres.

A partir de esta efeméride el Museo del Prado ha ido incorporando en su colección permanente obras de estas artistas y en sus programaciones se incluyen exposiciones, conferencias, congresos y otras actividades relacionadas con la actividad artística de las mujeres. Una nueva visión que hay que valorar pero que no debe de ser reservada sólo para actos conmemorativos, sino como una nueva política del Museo ante el grave problema de igualdad que se mantiene en la sociedad actual.

En el panorama internacional la situación es similar a la que hemos expuesto: la exhibición de obras de mujeres artistas no es paritaria en relación a la de los hombres. En el Museo del Louvre, por buscar una Institución paralela a nuestro Museo del Prado, frente a las 6.400 obras realizadas por hombres, sólo 54 pertenecen a mujeres y aunque aquí también se ha producido un cambio importante en la política de igualdad, todavía queda mucho por hacer.

¿Cuáles piensas que serían las claves para que esto cambiase de cara al futuro?

 Ante todo, las instituciones oficiales tienen la obligación de promover la investigación y su posterior divulgación de las artistas menos conocidas y estudiadas. Sólo dándolas a conocer y rescatando su obra del olvido podrán ocupar su merecido puesto en el mundo del arte.

También es necesario revisar aquellas obras que ofrezcan dudas en su autoría y que puedan haber sido arrebatadas a sus verdaderas creadoras, ya que era frecuente que las mujeres no firmaran sus obras, pasando a ser adjudicadas a los varones de su entorno.

Y, por último, no olvidar que a pesar de los avances que se han realizado y la aparente solidaridad que muestran las Instituciones, tanto oficiales como privadas, hacia el trabajo de las mujeres artistas, los informes que se elaboran desde distintas plataformas y observatorios feministas, muestran que la participación femenina en las Ferias de Arte sigue siendo muy escasa y la valoración económica de sus obras están por debajo de las realizadas por los hombres. Por tanto, todavía queda mucho por hacer y reclamar.

¿Hay algún caso en concreto de gran artista que haya sido invisibilizada por ser mujer y que te parezca especialmente sangrante?

 En realidad, son innumerables los casos de mujeres artistas a las que no se les ha reconocido, en su justa medida, su trayectoria artística, pero si tuviera que elegir un caso concreto sería el de la escultora Camille Claudel, por querer vivir con pasión tanto su creatividad artística como su amor hacia su maestro, Auguste Rodin, en una época donde las mujeres no podían demostrar estos sentimientos. Una apuesta de vida valiente que no supo compartir y valorar el escultor y tampoco su sociedad, que incluso le cuestionó su obra atribuyéndola en muchos casos a Rodin. Una vida intensa y trágica, como no podía ser de otra manera si no seguías el camino correcto marcado para las mujeres de su tiempo.

Para terminar, nos ha gustado mucho la reflexión final en tu artículo en la que dices que se da por hecho que los bisontes de Altamira fueron pintados por un hombre. Este ejemplo lo resume todo a las mil maravillas, ¿verdad?

 Quise terminar de esta forma el artículo, con esta pregunta, porque realmente es difícil de responder. ¿Quién puede demostrar, a día de hoy, que esas pinturas fueron realizadas por hombres? Existen estudios que demuestran la participación de mujeres en estas primeras creaciones artísticas y que la división del trabajo en el grupo no estaba tan determinada por el sexo como siempre se ha planteado. En esta Historia del Arte que se ha ido relatando a lo largo de los siglos desde la percepción masculina, desde una visión exclusivamente patriarcal, el hombre siempre ha tenido el privilegio de ser el protagonista de todos los acontecimientos históricos, ignorando en muchos casos la participación de las mujeres y la gran aportación que junto a ellos han realizado. Por tanto, ya es hora de que se revisen muchas afirmaciones que no tienen ninguna base científica y que a la luz de recientes investigaciones, necesitan una nueva revisión.

Ana Mas Hernández "En nuestras propias palabras"
Ana Mas Hernández «En nuestras propias palabras»

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