¿Qué sentiste al escribir Iris, una novela donde la fantasía se mezcla con emociones tan humanas como el amor, el miedo y el destino?
Cada libro que he escrito ha despertado en mí una oleada de emociones profundas, que han ido creciendo a medida que avanzaba en su trama.
Cada historia, según su género, ha intensificado —e incluso revelado— sentimientos que hasta entonces me eran desconocidos.
Con Iris, su sencillez y cercanía hicieron que conectara de inmediato con la protagonista.
Las emociones emergen en cada escena porque, al escribir, siento que estoy viviendo lo que le ocurre: cuando hace amigos, cuando sufre, cuando se enamora… Y, sobre todo, cuando realiza el mayor descubrimiento de su vida.
El amor, el engaño, el miedo, la valentía… Es un auténtico carrusel de sentimientos. En el fondo, como la vida misma.
Tu obra plantea una pregunta muy poderosa: “¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para proteger un secreto?” ¿Fue esa idea el punto de partida o surgió durante el proceso de escritura?
Cuando empecé a escribir Iris, no sabía a dónde me conduciría. Podría decirse que la historia cobró vida propia. Sentada frente al teclado del ordenador, o con una hoja de papel y un bolígrafo, iba describiendo las imágenes, las escenas y las conversaciones de los personajes tal como las veía en mi mente. Es como soñar despierta.
La pregunta “¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para proteger un secreto?” surgió a raíz de los acontecimientos que marcan la vida de Iris desde que descubre un mundo fantástico, mucho más cercano de lo que podríamos imaginar. Por tanto, fue el propio proceso de escritura el que me llevó a formular esa pregunta.
Has trabajado con traducciones y leído en varios idiomas. ¿Cómo influye tu experiencia como políglota en tu forma de escribir y en los mundos que creas?
Mi experiencia como traductora y lectora en varios idiomas me ha enriquecido profundamente. Cada lengua que hablo me ha enseñado a ver el mundo desde un ángulo diferente. Conocer mejor las costumbres de otros países me ha dado la oportunidad de ampliar mi forma de escribir.
Cuando creo mundos e historias, me resulta fácil mezclar influencias de distintas culturas, y he desarrollado una mayor sensibilidad para respetar los tiempos internos de los personajes y los paisajes que describo. Al mismo tiempo, esta experiencia me permite crear personajes de cualquier nacionalidad con naturalidad.
Ser políglota me ha abierto no solo a más palabras, sino también a más maneras de soñar.

Como escritora afincada en Málaga, ¿cómo influye tu entorno en tu proceso creativo? ¿Hay algo de la Costa del Sol escondido entre las páginas de Iris?
Como residente en una región de España donde el sol brilla la mayor parte del año, es difícil no contagiarse de esa luz y alegría que transmite. Es muy probable que, por esa razón, me sienta inclinada a describir escenarios con climas templados y cálidos, llenos de vida y color.
Sin embargo, con Iris tengo un pequeño secreto. Cuando surgió la idea de este libro, la historia se desarrollaba originalmente en un lugar muy conocido de la Costa del Sol. Pero, en el último momento, decidí trasladarla a Orlando, en Estados Unidos, un lugar que siempre me ha fascinado y que sueño con visitar algún día.
Dicho esto… no descarto que, en el futuro —por razones que no puedo desvelar todavía—, Iris viaje a ese rincón del sur de España que me inspira tanto.
Publicar siendo mujer todavía conlleva ciertos retos. ¿Has sentido que ser mujer ha influido en cómo se ha recibido tu obra, tanto por parte de editoriales como del público?
Cuando empecé a escribir, la mayoría de los libros que se publicaban y alcanzaban los primeros puestos de ventas estaban escritos por hombres, y era más probable que una editorial aceptara un manuscrito si su autor también lo era. De hecho, muchas mujeres optaban por firmar con un seudónimo o utilizando solo la inicial de su nombre para evitar ser identificadas como tales.
Hoy en día, aunque ser mujer todavía implica ciertos retos en el mundo editorial, afortunadamente cada vez estamos más presentes y reconocidas.
En mi experiencia, desconozco si mis obras han recibido menos atención por ser mujer, ya que cuando me propuse publicar por primera vez, no tuve ningún problema en conseguirlo: varias editoriales se interesaron por mi libro.
Sí percibo que, en ocasiones, se espera que las mujeres escribamos sobre ciertos temas o que expresemos nuestras historias de una manera determinada. Sin embargo, también se valora cada vez más nuestra sensibilidad y profundidad emocional.
Creo que ser mujer ha influido en mi obra no como un límite, sino como una riqueza: me ha permitido construir mundos y personajes llenos de matices, con fuerza y vulnerabilidad al mismo tiempo. Cada vez somos más las que escribimos desde nuestra autenticidad, sin pedir permiso, y eso es algo que celebro.
¿Qué autoras te han acompañado en tu camino lector y te han inspirado como escritora? ¿Hay alguna que consideres un modelo a seguir?
A lo largo de mi camino lector, varias autoras de géneros diversos —fantasía, ficción, romance— me han acompañado e inspirado. En mi infancia, Enid Blyton despertó en mí el amor por la aventura y la imaginación con su colección de libros Los Cinco. Más adelante, descubrí La casa de los espíritus de Isabel Allende, cuya capacidad para entrelazar realismo y fantasía me fascinó y me enseñó el poder de las emociones en una historia. También admiro profundamente a Agatha Christie: su habilidad para construir tramas misteriosas me llevó, durante un tiempo, a plantearme seguir su género. Crepúsculo, de Stephenie Meyer, fue, sin lugar a dudas, la obra que abrió un nuevo universo para mí. Y no puedo olvidar una serie de televisión que me atrapó hasta su final y que disfruté tanto en su idioma original como en español: Embrujadas, creada por Constance M. Burge.
Y, por supuesto —por si alguien se lo preguntaba—, he sido (y sigo siendo) una fan incondicional de Harry Potter de J.K. Rowling.
Si tuviera que señalar un modelo a seguir, sería precisamente J.K. Rowling, por su valentía al crear un mundo mágico que ha acompañado a generaciones enteras.
Tu implicación con asociaciones solidarias y el bienestar animal refleja una sensibilidad muy especial. ¿De qué manera se filtra esa sensibilidad en tu forma de narrar historias?
Mi implicación en causas solidarias y en el bienestar animal me ha enseñado a mirar el mundo con más compasión y empatía, y eso se refleja inevitablemente en mi forma de narrar.
Al escribir, tiendo a construir personajes que sienten de manera profunda, que luchan por proteger a otros o que buscan la justicia, aunque sea en pequeños actos. Sobre todo, creo que las historias más poderosas son aquellas que nos recuerdan la importancia del amor, la bondad, el respeto por la vida y la sensibilidad hacia todo lo que nos rodea.
Esa mirada más consciente, que he cultivado a través de mi compromiso personal, se filtra en los mundos imaginarios que creo y en las emociones que intento transmitir al lector.
Desde hace más de dieciséis años soy presidenta de una asociación nacional de enfermedades endocrinas. No es una labor altruista fácil, porque requiere constancia, saber escuchar, ser capaz de implicarse y de investigar, y, sobre todo, estar dispuesta a dedicar todo el tiempo posible para ayudar a los demás.
Precisamente esta experiencia me ha llevado a plantearme escribir un libro sobre algunas de las enfermedades endocrinas raras que representa la asociación. Puede que algún día lo haga.
Desde tu perspectiva como lectora y escritora, ¿cómo percibes el papel de la fantasía en la literatura actual? ¿Crees que sigue siendo un refugio o se ha transformado en algo más?
Desde mi perspectiva, la fantasía sigue siendo un refugio maravilloso: un espacio donde el lector puede soñar, viajar y encontrar esperanza. Pero también ha evolucionado, y hoy se ha convertido en una herramienta poderosa para explorar temas muy reales: la identidad, la lucha por la justicia, la empatía, el respeto por la diversidad o el sentido de pertenencia.
La fantasía ya no se limita a ser una evasión; ahora también es un espejo que refleja nuestras inquietudes más profundas y un puente hacia la comprensión de nosotros mismos y del mundo que habitamos. A través de ella se pueden inculcar valores, dar fuerza a quienes sufren acoso escolar o cualquier otro tipo de abuso. Además, la fantasía fomenta la creatividad y abre la mente, facilitando que surjan nuevos profesionales capaces de imaginar e inventar, como por ejemplo arquitectos o diseñadores.
Como lectora y como escritora, creo que la fantasía posee una fuerza única: puede ofrecer consuelo, sembrar preguntas, inspirar cambios y despertar la imaginación crítica. Y por eso creo que hoy es más necesaria que nunca.
Gracias a todo el equipo de Laescritora.es por la entrevista y por el cariño con el que la habéis preparado. ¡Un placer haber participado!